sábado, 26 de febrero de 2011

Novena al Espíritu Santo

DÍA PRIMERO: El Espíritu Santo actúa en nosotros

La acción del Espíritu Santo en las almas nos hace permanecer asombrados y maravillados, cuanto más llegamos a conocerlo y contemplarlo. Innaccesible por naturaleza, por su infinita bondad el Espíritu Santo se vuelve accesible a los corazones que están abiertos y bien dispuestos, y se comunica con ellos de una manera arcana e inexplicable. Les llena y les deja sentir su presencia con luz, inspiración, consuelo y gozo sobrenatural.

Oración: Oh, Espíritu Santo, Amor eterno, que la luz, de la cual eres origen y fuente, abra los ojos de mi mente y me permita conocer mejor los efectos del amor infinito que me tienes para mover mi corazón a una correspondencia sincera y fiel.

Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.

DÍA SEGUNDO: El Espíritu Santo vive en nosotros

El Espíritu Santo es al alma lo que el alma al cuerpo. Vive en nosotros, como un dulce huésped. Él está con nosotros día y noche, en el trabajo y en el descanso, en la tristeza y la alegría, en la oración y en los problemas de nuestra vida. Si recordamos su presencia y le invocamos, cuando nos vemos tentados o angustiados, nos dará su fuerza y su gozo.

Oración: Oh huésped divino, Espíritu Santo, tú que vienes y vives con nosotros no sólo para darnos tus dones sino también para darnos a ti mismo, hazme capaz de expresar mi gratitud y mi amor por ti.

Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.

DÍA TERCERO: El espíritu Santo, Consolador exelente

El espíritu Santo, que es amor, no nos abandona en momentos de problemas y tristeza, sino que viene en nuestra ayuda con su consuelo. Él no aparta el cáliz amargo de nosotros, sino que nos da la fuerza para que lo podamos beber; ilumina nuestro corazón con la certeza de que el bien también puede provenir de la Cruz si nos unimos al sufrimiento de Cristo.

Oración: Oh divino Consolador, te prometo que en las penas de esta vida recurriré a ti con prontitud, y no buscaré otro consuelo que el tuyo, Oh Padre de los pobres, Tregua en el trabajo, Gozo que enjuga las lágrimas.

Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.

Día cuarto: El Espíritu Santo, Dador de Dones

El Espíritu Santo nos ama inmensamente, con todo prefiere conceder sus dones a aquellos que los desean, a aquellos que los piden, a aquellos que corresponden a ellos fielmente haciendo el bien. Para recibir los dones del Espíritu Santo es necesario tener un corazón humilde, desligado de las cosas de la tierra y capaz de acoger los beneficios del Cielo y servirse de ellos.


Oración: Oh Espíritu Santo, Amor todopoderoso, no me dejes enterrar tus dones como un siervo perezoso sino ayúdame a utilizarlos para mi bien y para el bien de mis hermanos y hermanas: perdóname, te lo ruego, por mi infidelidad pasada. Dame conocimiento, inteligencia, consejo y fortaleza.

Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.

viernes, 25 de febrero de 2011

Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la Tierra

Es necesario que nos dejemos domesticar al pasar de la esclavitud de Egipto; es decir, en toda situación en que nos hallemos hemos de ver la profundidad, la significación y la presencia de la voluntad divina. Nuestro paso de la esclavitud a la libertad no ha de consistir en la huida o en la rebelión, sino que tiene que ser un movimiento guiado por Dios, que comienza con el Reino de los Cielos que ya está dentro de nosotros y que se convierte en la instauración del mismo aquí, en la tierra. Este período de nuestro Éxodo personal queda marcado por la vacilación y la lucha interior: "No nos dejes caer en la tentación, Señor. Ampáranos en la lucha y socórrenos en el conflicto que ya ha empezado". Llegados a este punto, podemos comenzar el movimiento. Vayamos al Éxodo; tengamos presente la conciencia que tenían los judíos de que no eran esclavos solamente, sino también de que el Pueblo de Dios había llegado a la esclavitud debido a su flaqueza moral. Tuvieron que arriesgarse porque ningún esclavo será puesto en libertad por su amo, y tuvieron que cruzar el Mar Rojo también. Pero allende el Mar Rojo no se desplegaba a sus ojos la Tierra de Promisión sino el desierto ardiente. Esto lo sabían los judíos, y se dieron cuenta también que tendrían que atravesarlo y correr grandes peligros. Nos ocurre lo propio cuando tomamos la decisión de ponernos en marcha para escaparnos de la esclavitud. Hemos de darnos cuenta de que nos acometerán la violencia y nuestros enemigos de dentro; es decir, nuestros hábitos y nuestro deseo de seguridad. No se nos promete nada excepto la aridez del desierto. Pero más allá del desierto se sitúa la Tierra de Promisión y es preciso que nos enfrentemos con los peligros del camino.

Una oración

Padre, simplemente vengo a ti.
Vengo como soy en toda mi pobreza.
Sé que puedo venir a ti no importa como esté.
Vengo a buscar tu misericordia y tu gracia de nuevo.
Perdóname mis errores y fracasos,
las veces que me he perdido
cuando mis prioridades no han seguido el orden correcto.
Vuelvo a aceptar el don gratuito de tu amor,
que me ofreces.
El don gratuito de la vida eterna
por medio de tu hijo Jesucristo.
Reconozco de nuevo a Jesús como Señor
y Salvador de mi vida.
Padre, quiero empezar de nuevo hoy.
Envía tu Espíritu Santo para llenar mi corazón otra vez.
Que el fuego de tu espíritu purifique mi corazón.
Prende mi corazón en el fuego de tu Amor.
Ven Espíritu Santo como en el Cenáculo,
ven en tu poder y dale poder a mi vida.
Libera en mí los dones que tienes para mi vida.
Incita el deseo ferviente de comulgar contigo a diario.
Libera el don de la oración verdadera y perseverante.
Utilízame como instrumento
para la construcción de tu Reino.
En el nombre de Jesús, te ruego por esto. Amén

jueves, 24 de febrero de 2011

EL ENIGMA DEL YO

El libro nos enseña que muchas de nuestras reacciones, así como muchos de nuestros pensamientos son debidos a acontecimientos, frases, actitudes que se han tenido con nosotros en nuestra infancia.
De ahí, que podemos tener como un observador interior que nos ayude a interpretar muchas de nuestras reacciones.
Tenemos en la vida ser "Actores" y no "reactores". Recordemos: ¿quién conduce nuestro autobús, el niño que fuimos o el adulto que somos?
Recordemos también el ejemplo de aquel taxista que enseñó a su pasajero este pensamiento: "No somos basureros". Un cliente le reaccionó con insultos cuando fue a pagar, pero el taxista siguió amable y simpático con él, sin perder los nervios. - ¿Cómo se deja insultar así?, le preguntó el señor que esperaba su momento de poder ocupar el taxi. - ¿Por qué he de reaccionar a sus enfados?, le dijo el taxista,  - no es más que un pobre hombre que se siente desgraciado, pero yo no soy su cubo de basura, no me llevo sus improperios, soy yo quien  quiere ser amable con todos mis pasajeros, pero no soy su contenedor de basura, no recojo la suciedad que quiere echarme encima.

Saquemos la aplicación para nuestra vida. "No recojamos la basura de los otros".