domingo, 21 de julio de 2013

busca el camino más alto: no tiene nombre

busca el camino más alto: no tiene nombre

No aguardes tanto lo que aguardas... ¿Ilusiones? Tal vez; pero es  hora de pasar más allá y subir más arriba. Cuando todo “eso” no llega, seguramente ha de llegar otra cosa.
         ¡Cuánto tardamos en hallar nuestro bien! Nos preguntamos: “¿está por allí, está por aquí, en este o en aquel paraje?” Y, claro, en este sentido: no está en ninguna parte, porque buscamos, a veces con pasión, lo que no es real o lo que no es nuestra “armonía”.
         No hemos de apretujar “objetos” y aferrarlos para que no escapen, porque esos supuestos objetos ni están, ni son.
         Cada vez que cerramos una puerta juzgando que todo acaba allí y que “eso” es lo que cuenta: aprisionamos menudencias y antiguos o nuevos errores nuestros, ahogando la libertad de otros y mayores horizontes.
         Suelta la presa que no es lo que supones. Deja volando ese pájaro que se va lejos. No acapares. Descubre el silencio más allá de cualquier “objeto”.

         Alberto E. Justo

El desierto


Así como los judíos recibieron la invitación de Moisés a huir de Egipto, a seguirlo durante la noche y a atravesar el Mar Rojo, de igual manera cada hombre es llevado al desierto donde comienza una nueva etapa. El hombre ya está libre; pero todavía no disfruta de la gloria de la Tierra de Promisión porque se ha llevado consigo de Egipto el alma de un esclavo, las costumbres de un esclavo y las tentaciones de un esclavo; y se tarda en educarlo como un hombre libre más tiempo del que se tardó en hacerle descubrir su esclavitud. (pag 32)
Quiere Dios que la seguridad de un esclavo quede abandonada y reemplazada por la inseguridad del que aspira a la libertad.
Una vez que somos conscientes de nuestra esclavitud, una vez que hemos pasado de la lamentación y la miseria al arrepentimiento y pobreza de espíritu, oímos las palabras de las siguientes bienaventuranzas: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”, “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”. Este llanto provocado por el descubrimiento del Reino, por nuestra propia culpabilidad, y por la tragedia de la esclavitud, es más amargo que el llanto experimentado por un mero esclavo. El esclavo se queja de sus condiciones de vida material; en cambio el que llora según el espíritu de la Bienaventuranza, es un hombre bendecido por Dios. (pag. 34, 35, 36)

La luz de la oración contemplativa



No se puede alcanzar la luz de la oración contemplativa sin atravesar ese túnel oscuro de vacío total. Este cobra vida con un estado de pobreza absoluta, de dolorosa solidaridad, de penuria interior, de ansiosa búsqueda.
Se trata de un ejercicio de ascesis amargo y penoso que exige perseverancia, valor y entrega personal. La fuerza y el aliento para aguantar y perseverar en el esfuerzo de búsqueda proviene únicamente de la fe y de la esperanza de hallar el "tesoro escondido". (Pedro Finkler)

Quien no sabe de penas, en este valle de dolores, no sabe de cosas buenas ni ha gustado de amores, pues penas es el traje de amadores. (San Juan de la Cruz)

Con el corazón...


sábado, 13 de julio de 2013

Invitación a amar (Thomas Keating)

El lenguaje que emplea la psicología es un vehículo esencial en esta era para explicar la sanación inconsciente que sucede en el curso de las noches oscuras que menciona san Juan de la Cruz.

Una práctica regular de la oración contemplativa inicia el proceso de sanación que podría denominarse la “terapia divina

1. La oración contemplativa está dirigida a la condición humana en el punto donde esta se encuentra; cura las heridas emotivas de toda una vida; y permite experimentar en este mundo la transformación en Cristo a la cual nos invitan los evangelios.

2. Dios sale en busca de nuestra basura acumulada con algo parecido a un compresor, con el cual taladra y atraviesa nuestros mecanismos de defensa y excava, dejando al descubierto lo más recóndito del alma, en donde se ocultan las partes más inaceptables de nuestra persona. Podemos llegar a pensar que es el final de
nuestra relación con el mismo Dios. Hará falta desocupar y dejar sanar muchas áreas antes de poder responder a las sublimes comunicaciones de Dios.

3. Al comenzar la difícil tarea de descubrir nuestras propias motivaciones subconscientes, veremos que nuestras emociones pueden ser nuestros mejores aliados.Nuestras emociones son grabaciones fidedignas de lo que sucede dentro de nosotros; por lo tanto son la clave para averiguar cuales son en realidad nuestros programas emotivos de felicidad.Todo lo que nosotros tenemos que hacer es abrir nuestra mente y nuestro corazón y soltar lo que tengamos que soltar. Podemos aprender a identificar nuestros programas emotivos de felicidad por las emociones aflictivas que generan.

4. La condición humana.

5. La consciencia de la asociación mítica. Cada uno de nosotros tiene su propia noción de cual es la forma adecuada en que deben comportarse un esposo, una esposa, un padre, una madre, un empleado, y un jefe, y de cómo ser un miembro perfecto de la comunidad religiosa o parroquial. Estas ideas preconcebidas nos obligan a hacer las cosas en una forma determinada. Eso es lo que quiero decir cuando hablo de la exagerada identificación con el grupo. Las ideas que nosotros mismos hemos inventado y la escala de valores que llevamos impregnada, son obstáculos a la gracia santificante. La oración contemplativa, que aumenta nuestra libertad interior, nos capacita para re evaluar todo a la luz de las enseñanzas de los evangelios.
La culpabilidad verdadera es la que se siente cuando se ha actuado contra la propia consciencia; o sea, cuando has cometido un acto que va contra de lo que tú cree es correcto. El sentimiento de culpa te advierte que no estás actuando de acuerdo a tus principios. Apenas te arrepientes de tu falta y le pides a Dios que te perdone, debes olvidarte de ella. Cualquier sentimiento de culpa que dure más de medio minuto es neurótico. Cuando la culpabilidad es prolongada, infiltrante y paralizante, es una demostración de que el superego está actuando y que se está juzgando de acuerdo a las emociones, no de acuerdo a la conciencia.

6. La consciencia mental egoica. El nivel mental egoíco es el nivel en que se revela a plenitud la responsabilidad moral por nuestro comportamiento y por nuestras relaciones personales. Es el nivel de consciencia auténtica; es la capacidad de hacer distinciones en forma correcta y no caprichosa, entre el bien y el mal. De ahí que el pecado personal se convierte en algo mucho más serio. Básicamente el pecado personal es la ratificación de los programas emotivos de felicidad y los valores de nuestra sociedad cuando estos ignoran tanto los derechos y necesidades de los demás como nuestro propio bien.
Las disposiciones propias del nivel mental egoíco reflejan un sentimiento cada vez mayor de igualdad con los demás seres humanos, responsabilidad por el cuidado y preservación de la tierra con sus recursos orgánicos e inorgánicos, y una relación con Dios de más madurez. El respeto por los demás trae consigo la disminución del deseo de dominar y controlar.
Se reemplaza el espíritu de competencia por un espíritu de cooperación, la escala de valores rígida por armonía, y los intereses que exclusivamente benefician a la persona o nación interesada, por negociaciones y tratados. El vivir en paz adquiere más valor, aunque no a cualquier precio. Cuando se gana acceso al nivel mental egoíco a plenitud, se ha traspasado el umbral de la gran aventura que es recuperar y desarrollar una unión con Dios.
En esta aventura el crecimiento adicional humano comienza con el nivel intuitivo de consciencia. Las buenas disposiciones de ánimo plantadas en el período mental egoíca comienzan a florecer. Echa raíces la sensación de ser parte del universo y de estar unidos unos a otros. Más allá de respetar a los demás, se defienden los derechos humanos y brota la compasión por sus necesidades. Aumenta la actividad del cerebro intuitivo; se presentan con más frecuencia revelaciones, consuelos espirituales y dones sobrenaturales.





jueves, 11 de julio de 2013

La condición humana (Thomas Keating)

La oración centrante, libro básico: "La Nube del No Saber"

Objetivo: ayudarnos a lograr un proceso de transformación espiritual: deificación.

Esta es la condición humana: estar sin la fuente verdadera de la felicidad, que es la experiencia de la presencia de Dios. (pecado original).

La travesía espiritual: Es más que un proceso psicológico hacia nuestro inconsciente, es obra de la gracia. Implica, la purificación del inconsciente para dejar ir el falso yo, y nos lleva a la humildad.

Inconsciente: las experiencias dolorosas de la niñez reprimidas en el inconsciente, desarrollamos las carencias mediante el mecanismo de la compensación. Desarrollamos un falso yo, nuestros impulsos aumentan en proporción a las privaciones de la necesidad sentida en nuestra niñez temprana. Enfrentarnos, demantelarnos, modelarnos... mediante la razón (la virtud).

"Arrepentirnos", integrar las necesidades biológicas a un nivel racional de conciencia, puerta  para niveles de consciencia más elevados: intuitivo y unitivo. Estos, nos abren a la presencia de Dios y tomamos posesión de todo lo bueno. El designio de Dios es que la consciencia espiritual llegue a ser nuestro estado de conciencia normal. Podemos convertirnos a los valores del Evangelio de Jesucristo mientras que nuestras actitudes básicas permanecen intactas. Ejemplo: si para ti una señal de valía es poseer mayor resistencia a emborracharse que tus amigos e ingresas en un monasterio y en tu nuevo camino, tu valía consiste en tener más capacidad de ayunar que los otros monjes, entonces ¿qué habrá cambiado?
La conversión se dirige al corazón del problema, a través de una práctica que nos abra al inconsciente. Se necesita consentir, valor y perseverancia. No surge el inconsciente a voluntad...sino gradualmente, con la práctica de la oración contemplativa.

Con la práctica de la oración contemplativa surge el inconsciente, pero también surgen los talentos naturales, los frutos del espíritu, los siete dones del Espíritu y la Inhabitación Trinitaria. El inconsciente es sumamente poderoso hasta el momento en que la luz divina del Espíritu Santo penetra en sus profundidades y revela su dinámica. El sistema nervioso psíquico puede estallar en emociones primitivas o recuerdos intolerables. Es aquí donde la gran enseñanza de las noches oscuras de san  Juan de la Cruz coincide con la psicología profunda, sólo que el trabajo del Espíritu Santo es mucho más profundo. En vez de tratar de librarnos de lo que interfiere con nuestra vida ordinaria, el Espíritu nos llama a transformar nuestro ser íntimo y, en efecto, todas nuestras facultades, a la manera de ser y actuar.

Nos convertimos en Palabra de Dios: al escuchar las Sagradas Escrituras en presencia del Espíritu, la palabra de Dios escuchada fuera de nosotros, está llamada a despertar la presencia de la palabra de Dios dentro de nosotros. Es nuestro quinto Evangelio. Nos transformamos en amor incondicional.

Etapas a grandes rasgos en la trayectoria espiritual con nuestro terapeuta divino:
- Primavera de la conversión: Permitir que el Espíritu Santo nos conduzca a la verdad sobre nosotros mismos. La oración facilita... gran energía para emprender la práctica de la abnegación, de diversas formas de oración, del ministerio y de otros servicios de tipo social. Experimentamos cierta libertad y satisfacción en nuestros esfuerzos.

- Dios permite un nuevo nivel de conocimiento: Retira los consuelos. Nos hundimos en la oscuridad, aridez espiritual y confusión. Dios se muda a nuestra planta baja, y ahí nos espera. Noche oscura, nos fallan los consuelos, incluyendo los ritos y las prácticas que anteriormente apoyaron nuestra fe.

- Llega un periodo de paz. Disfrute de una libertad interior nueva, nuevos conocimientos. Esto toma tiempo. Convertirnos en el quinto evangelio, ser Palabra de Dios en nosotros.

Siempre nuevo en el corazón

Pasando la callada sombra de un sauce

Aguardábamos en la soledad perdida
Ese fruto siempre nuevo
Que nunca acabamos de alcanzar.

         Brisa suave, delicadeza,
Y nada, nada más…

         Dices: -quiero poseer esa brisa, quiero alcanzar…
Lo inalcanzable. Eso que pierdo, eso que me parece cercano…


         Te propongo esto… Vuelve, poco a poco, a tu corazón. Desde luego, inicialmente: calla. Con serenidad y paz huye de las consideraciones (de todas ellas) que, desde hace poco o desde hace mucho, te abruman o molestan. Déjalas de lado. Puedes decir dos cosas: o todas ellas te sirven para tu bien espiritual (incluidas las humillaciones y los fracasos) o de nada valen y no tienen peso alguno: no existen.
         Lo más probable es que tengan su sentido. Quizá enseñarte (con insistencia) a no temer. Tal vez, con mayor fuerza, a que compruebes que, a pesar de todas ellas, puedes y debes seguir tu camino. Lo que parece estrujar la libertad puede convertirse en el detonante de la conciencia para vencer a todos los enemigos de ella.
         Luego investiga acerca de un primer descenso, hacia adentro. Lo primero será valorar el don de Dios que eres tu mismo. Nada ni nadie te quita tu lugar en el Corazón del Señor. Si lo aceptas: te encuentras en Él. Así de simple.
         El Amor de Dios no se adquiere ni se compra. Has de aceptarlo. Vive estos instantes de meditación con suma sencillez. No es necesario que asistas a ninguna carrera, ni corrida, ni examen. Ni que acudas a recibir premios necios, ni que te veas rodeado de mirones impertinentes. Nadie te juzga, porque nadie puede juzgarte. Si alguien se entromete, déjalo pasar. Y nada más.
         Entonces: olvida. Porque lo más profundo no tiene figura para ti, sino silencio.
         Y pasa adelante. Acoge, descubre la sonrisa inefable entre la Madre y su Hijo, entre Jesús y María. Quédate allí (aquí) un instante. Alégrate… Piensa que nada ni nadie te aleja de esta maravilla, que es tu participación escondida en la soledad de tu ermita. En medio de tu santuario, en tu corazón.
         Haz silencio, no te agites ni procures cosa alguna… Déjate llevar por esa brisa que es amor inefable.
         Quizá algunos “pensamientos” acudan a perturbar precisamente en este momento. Pues nada, no te identifiques con ellos, sepárate… Entre  ellos hay aperturas, espacios, grietas… Vuélvete y pasa más allá y a través.  Sírvete de la puerta estrecha. Reposa…
         No aguardes esto o aquello. No te sorprendas de pensamientos nuevos, ni de situaciones o sucesos desagradables. No temas las tinieblas: allí está el Señor de camino. Silencia todas las voces impertinentes. Tú mismo puedes hacerlo en tu interior.
         Y abandónate.
         Firme en la Fe, no vaciles. ¿Qué o quién puede apartarnos del Amor de Dios?
         El Silencio en el corazón es densidad, es Presencia. Persevera y no temas.

         Alberto E. Justo

¡QUÉ NO NOS CANSEMOS!

Sí, aunque el desaliento por el poco fruto o por la ingratitud nos asalte, aunque la flaqueza nos ablande, aunque el furor del enemigo nos persiga y nos calumnie, aunque nos falten el dinero y los auxilios humanos, aunque vinieran al suelo nuestras obras y tuviéramos que empezar de nuevo...

¡Madre querida!... ¡qué no nos cansemos!
Firmes, decididos, alentados, sonrientes siempre, con los ojos de la cara fijos en el prójimo y en sus necesidades, para socorrerlos y con los ojos del alma fijos en el Corazón de Jesús que está en el Sagrario, ocupemos nuestro puesto, el que a cada uno nos ha señalado Dios.

¡Nada de volver la cara atrás!
¡Nada de cruzarse de brazos!
¡Nada de estériles lamentos!

Mientras nos quede una gota de sangre que derramar, unas monedas que repartir, un poco de energía que gastar, una palabra que decir, un aliento de nuestro corazón, un poco de fuerza en nuestras manos o en nuestros pies, que puedan servir para dar gloria a Él y a Ti y para hacer un poco de bien a nuestros hermanos...
¡Madre mía por última vez!
¡Morir antes que cansarnos!

(Obispo MANUEL GONZÁLEZ)

lunes, 1 de julio de 2013

Lugares y tiempos para Dios

Necesitamos lugares y tiempos en los que nos expongamos conscientemente al amor de Dios. Los lugares y los tiempos para experimentar el amor de Dios varían con cada persona. Uno se siente rodeado por el amor de Dios en la Naturaleza. Otro lo siente cuando escucha música, cuando es todo oídos y deja penetrar la música dentro de sí. Para un tercero, un lugar importante es la lectura. Al leer las experiencias de otro, entra en contacto consigo mismo y con su anhelo. Para otro más, el lugar donde se sabe envuelto por el amor de Dios son los rituales que él mismo ha elaborado, por ej. cruzar las manos sobre el pecho al rezar el Padrenuestro. (Anselm. Grün)

Necesidad de Silencio

"Si queremos seguir a Jesús, tenemos que seguirlo, primero y sobre todo hasta el desierto. No es posible que tú y yo hoy entremos en el espíritu del camino de Jesús si no creamos algún espacio en nuestra vida para el silencio y la soledad. Sin silencio la espiritualidad y la transformación espiritual auténticas no son posibles" (A. Nolan)

Tengo que aprender lo que proponía Miguel de Unamuno: "Sentir el pensamiento y pensar el sentimiento".

(Cf Belen MªRidruejo - "La llevaré al silencio"