La acción del Espíritu Santo en las almas nos hace permanecer asombrados y maravillados, cuanto más llegamos a conocerlo y contemplarlo. Innaccesible por naturaleza, por su infinita bondad el Espíritu Santo se vuelve accesible a los corazones que están abiertos y bien dispuestos, y se comunica con ellos de una manera arcana e inexplicable. Les llena y les deja sentir su presencia con luz, inspiración, consuelo y gozo sobrenatural.
Oración: Oh, Espíritu Santo, Amor eterno, que la luz, de la cual eres origen y fuente, abra los ojos de mi mente y me permita conocer mejor los efectos del amor infinito que me tienes para mover mi corazón a una correspondencia sincera y fiel.
Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.
El Espíritu Santo es al alma lo que el alma al cuerpo. Vive en nosotros, como un dulce huésped. Él está con nosotros día y noche, en el trabajo y en el descanso, en la tristeza y la alegría, en la oración y en los problemas de nuestra vida. Si recordamos su presencia y le invocamos, cuando nos vemos tentados o angustiados, nos dará su fuerza y su gozo.
Oración: Oh huésped divino, Espíritu Santo, tú que vienes y vives con nosotros no sólo para darnos tus dones sino también para darnos a ti mismo, hazme capaz de expresar mi gratitud y mi amor por ti.
Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.
DÍA TERCERO: El espíritu Santo, Consolador exelente
El espíritu Santo, que es amor, no nos abandona en momentos de problemas y tristeza, sino que viene en nuestra ayuda con su consuelo. Él no aparta el cáliz amargo de nosotros, sino que nos da la fuerza para que lo podamos beber; ilumina nuestro corazón con la certeza de que el bien también puede provenir de la Cruz si nos unimos al sufrimiento de Cristo.
Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.
Día cuarto: El Espíritu Santo, Dador de Dones
El Espíritu Santo nos ama inmensamente, con todo prefiere conceder sus dones a aquellos que los desean, a aquellos que los piden, a aquellos que corresponden a ellos fielmente haciendo el bien. Para recibir los dones del Espíritu Santo es necesario tener un corazón humilde, desligado de las cosas de la tierra y capaz de acoger los beneficios del Cielo y servirse de ellos.
Oración: Oh Espíritu Santo, Amor todopoderoso, no me dejes enterrar tus dones como un siervo perezoso sino ayúdame a utilizarlos para mi bien y para el bien de mis hermanos y hermanas: perdóname, te lo ruego, por mi infidelidad pasada. Dame conocimiento, inteligencia, consejo y fortaleza.
Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.
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