miércoles, 11 de noviembre de 2015

Desde que nacemos hasta que morimos, la vida nos obliga a soltar. Tenemos que soltar el vientre de nuestra madre, soltamos el biberón, soltamos los pañales, soltamos los amigos del colegio, la casa paterna, la ciudad donde nacimos, seres queridos que parten, empleos, ... hasta que soltamos también el cuerpo cuando morimos. Sin embargo, parece que no aprendemos a soltar. Estamos tan empeñados en que eso que sucedió vuelva, que dejamos pasar las oportunidades para aprender. Y no llegamos a aceptar nunca que lo que pasó simplemente tenía que ser así.
La vida nos quita las cosas por tres razones: O ya no nos sirve. O no estábamos amando eso que teníamos. O esa persona ya cumplió su misión en tu vida. En el primer caso, no hay nada que hacer, es inútil, ¿acaso puedes regresar al vientre de tu madre? En el segundo, podemos recrear el amor perdido, pero ¿para qué lo queremos de regreso si ya no nos hacía felices? ¿te vale la pena? En el tercer caso, si alguien partió a un segundo o tercer plano de tu vida, dale las gracias por lo que te dio, pero no insistas, ¿de qué te sirve retener a quien ya no quiere ser parte de tu vida?
Alguien que solo piensa en sí, que solo te da las migajas de su tiempo, que no te muestra empatía, que se deja llevar por comentarios negativos sobre ti, que nunca interpreta bien tus palabras o acciones, que en público jamás te reconoce como importante para sí, que te pone muchas excusas para no quedar contigo, que en cambio ves que tiene tiempo para otras personas, etc. No te engañes, a esa persona no le importas, abre los ojos, no te quiere aunque te lo diga. Déjale ir. No insistas. No te minusvalores. No te rebajes. Mantén tu autoestima.
El menosprecio y la indiferencia son los signos más claros de que ha llegado el momento de soltar. Porque con esa actitud nunca resucitará un amor perdido. Cuidado porque se gestan a partir de conflictos sin resolver que quedan en la memoria.
Para que lo nuevo llegue a tu vida, debes hacerle espacio en tu corazón. Mientras vivas anclado en un recuerdo, o en un pasado, tu mente está centrada en recuperar lo perdido y no tendrá espacio para la novedad. Entrénate para dejar ir todo aquello que temes perder.


 (Xisquia Valladares)

No hay comentarios: