viernes, 1 de marzo de 2024

Cartas a un joven poeta (extractos)

Carta número 1

Entre en su interior. Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta lo más profundo de su corazón; reconozca si usted se moriría en caso de que le privasen de escribir. Esto sobre todo: pregúntese, en la hora más silenciosa de su noche: ¿debo escribir? Excave en sí mismo, a la búsqueda de una respuesta profunda. Y si esta respuesta tuviera que ser de asentimiento, si usted tuviera que enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo 'debo hacerlo', entonces construya su vida según esta necesidad: su vida, entrando hasta su hora más indiferente y pequeña, ha de ser un signo y un testimonio de este impulso". (pp. 22-23)


Carta número 3

"Sé que a mis libros les gusta estar con usted. Adiós".


Carta número 6

No ha de faltarle un saludo mío cuando va a ser Navidad y usted, en medio de las fiestas, tendrá que soportar una soledad más difícil que la acostumbrada.

alégrese si se da cuenta de que esa soledad es grande...

Pero quizá sea precisamente en tales horas cuando la soledad crece; pues su crecimiento es doloroso, como el crecimiento de los niños, y triste, como el comienzo de la primavera. Pero esto no debe desorientarlo. Lo que se requiere es sólo esto: soledad, una gran soledad interior. Andar a solas consigo mismo y no encontrar a nadie durante horas, eso es lo que se debe alcanzar.

Carta número 8

Y si volvemos a hablar de la soledad, se hará más claro que, vista de cerca, la soledad no es algo que se pueda dejar o tomar. Somos soledad.

¿Por qué quiere excluir de su vida toda inquietud, dolor o melancolía? ¿Ignora que tales estados trabajan en usted? ¿Por qué quiere acosarse a sí mismo con preguntas sobre su origen y su fin? Usted sabe que se halla en una encrucijada y que no deseaba otra cosa que no fuera transformarse. Si en su proceso interior contrae una enfermedad, piense que la enfermedad es el medio del que se sirve el organismo para liberarse de lo extraño; limítese a ayudarle a estar enfermo, a dejar que aflore y estalle toda su enfermedad, pues ese es su progreso. ¡En usted, querido señor Kappus, están ocurriendo tantas cosas! Debe ser paciente como un enfermo y confiado como un convaleciente. Pues quizá sea usted ambas cosas. Y lo que es más, usted mismo es el médico que ha de velar por usted. Pero tenga en cuenta que en toda enfermedad hay días en los que el médico no puede hacer más que esperar. Y esto es lo que usted, en cuanto es su propio médico, sobre todo, debe hacer ahora.

No se observe demasiado. No saque conclusiones precipitadas acerca de lo que le está ocurriendo; deje simplemente que las cosas le sucedan.

Carta número 9

 ¿Qué le podría decir sobre su tendencia a la duda o sobre su incapacidad para armonizar la vida interior con la exterior?

Respecto a la duda: puede convertírsele en una buena cualidad si la educa. La duda ha de llegar a ser sabia, ha de convertirse en crítica. Pregúntele, siempre que quiera echarle algo a perder, pregúntele porqué es fea aquella cosa; pídale pruebas, sométala a examen y quizá la encuentre perpleja y desconcertada, quizá también irritada. Pero usted no ceda, exija argumentos.