miércoles, 25 de mayo de 2016

Mano tendida siempre abierta, actitud de esperanza

1. No hacerse daño a sí mismo
2. Evitar que otros te hagan daño
3. No hacer daño a los demás
4. Hacerse el mejor bien posible a sí mismo
5. Hacer el bien que se pueda a los demás...

Ama al prójimo como a ti mismo

Mano de las emociones: Mano activa, dinámica,emprendedora, ¡en actitud de servicio!

1. Cuidar mi trabajo, mi profesión, actualizarme!
2. Cuidar y potenciar mis relaciones sociales, familiares, de amistad (no soy una isla)
3. Cultivar y otenciar la parcela del espíritu; sentimientos, sensibilidad.
4. Cuidar y cultivar mi mente, potenciarla, mantenerla sana.
5. Cuidar mi cuerpo, morada permanente.


martes, 10 de mayo de 2016

LA CONVIVENCIA EXIGE RESPETO Y COMPRENSIÓN

1. Antes de hablar, ya sea para decir, corregir o advertir al otro de algo o para darle una respuesta,tómate tu tiempo y no digas nada hasta tener claro dos cosas: La primera, que estás seguro de qué es lo que quieres decir, y la segunda, de las consecuencias que se seguirán de tus palabras.
2. Di lo que tengas que decir, pero con tacto e insistiendo hasta que tu interlocutor comprenda del todo el contenido de tus palabras, siempre sosegadas, firmes y afables, nunca hirientes ni que le
descalifiquen como persona.
3. Exprésate con claridad, ten la certeza de que no existe la menor posibilidad de que tus palabras sean tergiversadas o mal interpretadas. Para lograrlo,insiste varias veces en cuál es la idea central de tu mensaje y en su punto clave.
4. Comprende para que te comprendan, escucha para que te escuchen e interésate por que los demás se sientan cómodos en tu compañía y tendrás muchas posibilidades de ser comprendido y escuchado, de que se interesen y preocupen por ti.
5. Haz que el otro se sienta una persona valiosa e importante para ti, recordando su nombre, su rostro, su profesión, dónde, cómo y en qué circunstancias le conociste.
6. Demuestra clara simpatía y entusiasmo por las ideas, deseos y proyectos de los demás.
7. Escucha con mucha atención, curiosidad y agrado, y no temas pedirle a tu interlocutor mayor claridad y abundancia de información.
8. Habla con interés de aquello que más entusiasme al otro y comenta tus intereses sólo en lamedida en que puedan ser compartidos por él.
9. Nunca pretendas tener "toda" la razón; deja que tu oponente satisfaga, en parte al menos, su necesidad de tener razón.
10. Lo habrás hecho bien en la medida en que hayas enriquecido al otro, se haya sentido cómodo en tu compañía y en el futuro cuentes con un buen amigo.

domingo, 8 de mayo de 2016

El perfum de la misericòrdia

El perfum de la misericòrdia no fa olor,
sols en el cor es pot sentir,
es porta en l’ànima en silenci
i es guarda en el pensament.

El perfum de la misericòrdia no es compra,
es regala amb una cançó,
la vida s’omple de la seva essència
i el nostre cos en mou a l’acció.

El perfum de la misericòrdia és infinit,
com el bell somriure de la felicitat,
sempre quedo impregnat de tu
i del teu cor ple de bondat.

El perfum de la misericòrdia és gratuït,
en ell existeix tota la possibilitat del perdó,
per vèncer tota prova i donar un nou sentit a la vida.
És senyal i fragància de Déu, present en tota Creació.

El perfum de la misericòrdia, ens fa inclinar,
inclinar el cor cap el germà,
que espera de la nostra mà,
per tornar-li la dignitat i fer-lo una mica més humà.

El perfum de la misericòrdia ens convida a mirar,
mirar amb uns ulls de tendresa el més necessitat;
amb un cor d’entranyes maternals,
que creen dins la humanitat uns llaços de fraternitat.

El perfum de la misericòrdia ens compromet
a ser el rostre de Jesucrist en el món.
Do de l’Esperit Sant que és amor etern:
misericòrdia, com el Pare;
donació total a la creu, com el Fill
i goig en el patiment, com l’Esperit.



(Sor Margalida Oliver Colom f.m.)

sábado, 23 de abril de 2016

¿Dónde encontrar las vigas de contención, las columnas sólidas en que apoyarse?

Son 7:

1. Principio de la unidad y de la potencialidad pura.

Principio y Fundamento: El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es creado. (San Ignacio)

"Nos hiciste Señor para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti" (S.Agustín)

Dimensión espiritual: soy Hijo de Dios.
Reservar cada día un tiempo para sentir y vivir el silencio. Contempla el amanecer y el atardecer...contacto con la naturaleza.SILENCIO, ORACIÓN, PRESENCIA DE DIOS, UNIDA A LA VID.

La conciencia íntima de la propia esencia es la que nos hace inmunes a las críticas y al miedo.
Déjate inundar de la serenidad, la paz y la vida que te rodea y haz el firme propósito para hoy de no hacer juicios de valor, no juzgar ni condenar a nadie y permanecer unido a la potencialidad pura de la que participa tu naturaleza esencial.
2. Principio de la interacción dinámica, del flujo de la energía del universo. Vivir en Comunión
3. Principio de la causalidad: toda acción engendra una fuerza de energía que vuelve a nosotros. "Lo que sembramos es lo que cosechamos". Fe, esperanza, amor.
4. Principio de la armonía, del equilibrio, del mínimo esfuerzo, de lo natural. Puros de corazón, pobres de espíritu....Las Bienaventuranzas.
5. Principio de la intención consciente, del deseo.
6. Principio del desapego, "sabiduría de la inseguridad" Confianza en la Providencia.
7. Principio del propósito de la vida, del porqué y del para qué de la existencia. para amar y dar a conocer a Jesucristo: ser de Dios

Pensar, sentir y obrar de forma concreta estos siete principios, hasta que se conviertan en hábitos, en un nuevo estilo de vida: HAY QUE NACER DE NUEVO, LO VIEJO YA HA PASADO. Seguir el estilo de vida que abrió Jesús de Nazaret.

12 necesidades desmedidas, consecuencia de nuestros vacíos del alma

1. Ser importante a cualquier precio
2. Tener siempre razón y a toda costa.
3. Amar y ser amado de forma captativa e insaciable
4. Expulsar, descargar y proyectar la rabia y la ira.
5. Estar preocupado por todo, pesimismo, fatalismo.
6. Encontrar a un chivo expiatorio, hacerlo pagar, venganza, atribuir las culpas a los demás.
7. Sentirse superior a los otros, orgullo, arrogancia.
8. Buscar compasión, ir de mártir por la vida.
9. Encontrar a un mecenas, adosarse a alguien.
10. Criticarlo todo y a todos. Buscar defectos.
11. Tener y atesorar cosas, dominio y poder sobre los demás.
12. Que todo esté y sea perfecto, ordenado y maravilloso. Tener éxito en cuanto se proponga.

... Nos hacen infantiles, insensatos y desgraciados.

Aprendiz de sabio (B.Tierno)


No libres batallas que no te interesan ni luches con enemigos que no te has buscado.

viernes, 18 de marzo de 2016

Palabras engendradas en el silencio

Observando las palabras
" Aprender a decir palabras que edifiquen el Reino"

 ¿Digo palabras que valoran a los demás, les animan, les infunden esperanza?

miércoles, 24 de febrero de 2016

Tu silencio interno

No te defiendas. Cuando tratas de defenderte estas dando demasiada importancia a las palabras de los otros y das más fuerza a sus opiniones. Si aceptas el no defenderte estás mostrando que las opiniones de los demás no te afectan, que “escuchas”. Que son simplemente opiniones y que no tienes que convencer a los otros para ser feliz.

Tu silencio interno te vuelve sereno. Practica el arte de no hablar. Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial dejando brotar la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría el “noble silencio”.

Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son o lo que tienen capacidad de ser.

Instálate en el silencio y la armonía de todo el universo.

Thich Nhat Hanh


sábado, 9 de enero de 2016

Nazaret TV - Hablando de ... María Benedicta Daiber

Nazaret TV - Hablando de ... María Benedicta Daiber

Vender todo

Hemos sido creados para crecer y para menguar.Para crecer porque estamos llamados a aceptar realmente esta creación; para menguar con vistas a desplazar lentamente nuestros tesoros terrenos a los tesoros eternos del cielo, y ello hasta que aquí, en la tierra, no tengamos más que aquello que depositaremos en las manos de Dios en nuestro instante postrero. Esta perspectiva tiene que estar siempre existencialmente presente. En la oración contemplativa tenemos que desprendernos de nuestros pensamientos, de nuestras aversiones y afectos y de nuestro hacer. Al fin de la vida tendremos que entregarlo todo y entrar en la eternidad solo con los tesoros del cielo. Esta perspectiva tiene que estar siempre presente ante nosotros. No tenemos una patria permanente aquí, en la tierra. (Franz Jalics): "Jesús, maestro de meditación, PPC)

sábado, 2 de enero de 2016

Carta de Ángel Sanz, cmf a Benedicta Daiber

"A los ocho o diez años era yo una atea consumada"

Querida  Mª. Benedicta:

    La historia de tu padre me desconcierta. Instalado en su profesión de médico, da la impresión de querer ir tocándolo todo, como los niños cuando se acercan  a un escaparate. Creyente (luterano) hasta los treinta años, pierde la fe y se confiesa decididamente ateo; entra en la masonería y, después de once años, no sólo la abandona, sino que divulga sus experiencias en el opúsculo Masón durante once años, lo que, inevitablemente, va a crearle problemas; se apunta a la teoría de la generación espontánea, pero un día reconoce que es preciso admitir la existencia de un Ser superior para explicar el origen de la vida: "¡la teoría de la generación espontánea es falsa!", sentencia. Niega compulsivamente a Dios, pero después de cuarenta años de ateísmo, dice al párroco de Puerto Octay, en Chile (donde ejerce la medicina): "Quiero morir católico; Padre, por favor, bautíceme". Incluso trabaja con empeño para que su mujer, la persona a quien más quiere, y que es panteísta, dé también el paso hacia el catolicismo, como así ocurre efectivamente. Pero no adelantemos acontecimientos.

    Seguro que tú, Mª Benedicta, conoces como nadie la razón de esta peripecia existencial de tu buen padre. ¿Era un hombre curioso, inquieto, pruebalotodo? ¿O más bien un asiduo buscador de la verdad? Vas a decirme que una pregunta así no se puede responder con un monosílabo. Lo entiendo, lo entiendo. A lo mejor la respuesta más clarificadora a esos puntos de interrogación eres tú misma, el proceso de tu vida interior, la relación que Dios va tejiendo misteriosamente contigo.

    Si consulto los archivos, confirmo que tu padre, Alberto Daiber, era un gran profesional; tu madre, Hildegarda Heyne, profesora graduada en Basilea (Suiza), y tú, 'chilena', aunque nacida casualmente en Stuttgart (1904), donde residía entonces tu abuela materna. El influjo que desde muy niña recibes de tus padres es demasiado patente. La novela de tu madre Qué es la verdad, escrita con convicción profunda y estilo admirable, lleno de poesía, cuando esperaba tu nacimiento, "fue para mí, durante largos años, la piedra de escándalo que me alejaba de la Iglesia Católica". Por otra parte, "mi padre repetía continuamente en mi presencia: 'No hay Dios’, y como yo admiraba el talento de mi padre, aceptaba sin discusión esta afirmación monstruosa". ¿Consecuencia? "A los ocho o diez años era yo una atea consumada". Pero no quedas a gusto sin añadir que los sentimientos elevados de tu madre y la rectitud de tu padre ejercieron en tu alma desde muy temprano su saludable influencia: "Mi hogar hubiera sido un hogar modelo si en él hubiera reinado la fe".

    ¿Y qué ocurre luego? Cuentas cómo un domingo de 1913, en el pueblecito de Puerto Octay, a orillas del lago Llanquihue, donde os habéis establecido definitivamente, al toque de las campanas, te incorporas en la cama, juntas las manos e invocas por tres veces a la Madre de Dios: "María, María, María". Y te sientes penetrada por la inefable suavidad de ese nombre. La cosa tiene su explicación. Días antes, una niña te ha preguntado en el colegio: -"¿Pero tú, eres católica o protestante?". ¡Menudo apuro!: -"No sé; voy a preguntárselo a mi mamá". -"Bueno, di que eres protestante", te responde su madre.

    Fue entonces cuando aprendiste que los católicos 'adoran' a la Madre de Jesús (lo que no es cierto: "la veneramos, no la adoramos") y la creen Madre de Dios (lo que sí es verdad). "Pero jamás me parece la hubiera invocado, ya que en nada creía, si el Señor con su gracia no me hubiera impulsado a ello tan dulce y fuertemente".

    El hecho es que, desde entonces, María comenzó a ser para ti un ser entrañable y que sus fiestas de la Inmaculada, primero, y de la Asunción y la Presentación, después, entraban a figurar, bien destacadas, en tu calendario particular y te empujaban a tener una relación muy personal con ella. Tu madre te enseña una historia de la Iglesia hábilmente sesgada, tu padre -a quien seguías viendo como el oráculo- te decía: "Los sacerdotes son unos hipócritas que explotan al pueblo y no creen lo que enseñan".  ¿Es cierto que a tus quince años odiabas a Cristo y se lo decías así a él mismo ante un cuadro del Corazón de Jesús? Sí, es cierto; lo confiesas tú misma y  relatas cómo escuchas entonces en el fondo de tu alma estas palabras que él te dirige: "Y yo te venceré". La verdad es que te entran unos deseos irrefrenables de conocer la religión católica. Cuando una compañera te lleva a la misa de Pascua, sientes en ti misma una verdadera resurrección; sin embargo, aún te diriges a María con estas palabras: "Yo no creo en Dios, pero tú eres mi Madre".


    ¡Qué extraño itinerario! Quieres hablar con un sacerdote y le pides que te demuestre la existencia de Dios, para luego refutar sus argumentos (aunque algunos te resultan irrefutables). Pero tu futura madrina sigue otro camino, te enseña oraciones como el Padrenuestro, el Ave María, la Salve, el Acordaos, y eso sí, eso te llega, te empuja a rezar. El sacerdote también te enseña, sin  sospecharlo, que él es verdaderamente creyente y virtuoso (contra el prejuicio de tu padre). El paso siguiente tiene un interés muy especial: Un profesor del Seminario te convence, y es entonces cuando confiesas tu esquizofrenia interior: "Estoy convencida, pero no creo". ¿Y ahora? "La fe es un don", te indica el sacerdote, "pídelo, reza". Y lo haces: "Dios mío, si existes, dame la fe". Quién iba a decirte que en el Congreso Eucarístico Nacional, cuando tu madrina te lleva a la procesión preparatoria con el Santísimo, ves la forma por primera vez y... "en aquel instante, creí en Dios".

    Parece el punto final, porque tienes fe y quieres hacerte católica. Pero, quién lo iba a decir, la fe te resulta incómoda y prefieres perderla... Es una lucha de meses, en los cuales no dejas tus horas de adoración a los pies de la Eucaristía. Tus padres no ceden, pero a tus 19 años, el 8 de septiembre de 1923 recibes el bautismo 'sub conditione' y al día siguiente la primera comunión. Sólo "el día del Dulce Nombre de María, experimenté en toda su extensión la dicha inmensa de ser católica, y ese sentimiento duró semanas y meses". La segunda mitad de tu historia está marcada por una creciente unión con María dentro del Movimiento Apostólico de Schoenstatt. Nada extraño que la Asociación Amigos de María Benedicta Daiber esté comprometida en tu proceso de beatificación)


    ¿Faltaba algo? Sí, claro, la conversión de tus padres. Tu madre llegaba a creer en Dios, no en los dogmas; tu padre se permitió en un Viernes Santo tales blasfemias que te levantaste de la mesa y te retiraste a tu cuarto a llorar. Aún no sabía él que fueras católica. Lo que sigue es emocionante: la conversión, el bautismo y la muerte de tus padres. Me encantaría recordarlo contigo, pero eso supera ya los límites de esta carta.