Nuestro cometido consiste en dar cabida a la imagen de Dios, es decir, abandonar el propio yo pequeño y entregarse completamente a Dios.
La meta es el nacimiento de Dios en el propio corazón., el dar entrada a la imagen de Dios en el alma.
("Para Gloria en el cielo y testimonio en la tierra", A. Grün)
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