domingo, 15 de abril de 2012

LA MISERICORDIA COMO ÚNICO APOYO

El hombre libre, el cristiano espiritualmente "maduro" -es decir; el que realmente se ha convertido en "hijo de Dios"- es aquel que ha experimentado su auténtica nada, su absoluta miseria; el que ha quedado "reducido a nada", pero en ese abismo ha acabado descubriendo una ternura inefable, el amor plenamente incondicional de Dios. Desde ese momento no tiene más que un solo apoyo y una única esperanza: la ilimitada misericordia del Padre; ésta es su total seguridad. Lo espera todo de esta misericordia, y sólo de ella, y no de algún recurso personal o de la ayuda de los demás. En él se ha realizado las palabras que Dios dirige a Israel por boca del profeta Sofonías: "Dejaré en medio de ti como resto un pueblo humilde y modesto, que esperará en el nombre de Yavé. El resto de Israel no hará iniquidad" (Sof 3, 12-13). Se esfuerza generosamente por hacer el bien y acoge con alegría y gratitud el que le procura el prójimo, pero con inmensa libertad, porque su sostén está más allá: sólo en Dios. Sus debilidades no lo inquietan, ni se enfada con los demás porque no siempre correspondan a lo que espera de ellos. Su apoyo en Dios lo mantiene protegido de cualquier contratiempo y le concede una gran libertad interior que pone enteramente al servicio de Dios y de sus hermanos, con la alegría de corresponder con amor al amor. (La libertad interior - Jacques Philippe)

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