Muchos de los que están dotados con este hondo conocimiento místico son personas muy activas; la luz interior les ha conducido a las grandes ciudades y al torbellino de un mundo trepidante.
Estas personas activas, es cierto, necesitan períodos de silencio y de soledad; pero también es cierto que llevan en sus corazones una gran soledad que es un gran amor; y esta soledad se prolonga en medio de la actividad. En efecto, es una soledad que se ahonda por los golpes, la crítica, la desilusión, la traición, la fricción humana, la humillación y el sufrimiento ordinario de la vida. Las contradicciones ordinarias de la vida ahondan la experiencia contemplativa. De hecho, sin este tipo de sufrimiento es difícil ver cómo se puede morir a sí mismo a fin de vivir para aquel que resucitó de entre los muertos. Con frecuencia es a través del sufrimiento en la acción como el ojo interior queda abierto y llegamos a ver verdaderamente . (pag 42, El ojo interior del amor. ed. paulinas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario